domingo, 29 de julio de 2012

Criatura de compañía





Ha caído la noche. Miro el techo de mi habitación por largos minutos. Escucho con atención los sonidos que componen mi casa a estas negras horas. De lejos un auto pasa velozmente. Un gato callejero que parece anda en celo emite unos llantos peculiares, parece como si fuera un bebe. Otro auto cruza la cuadra. Ahora una pelea de gatos, bastante salvaje. Un perro llamado Phantom aporta con unos gruñidos. Supongo que nadie quiere que importunen su sueño.

Si me preguntaran que sensación tengo ahora, no sabría que responder. Cada vez que alguna de estas criaturas me abandona no lo creo. No hasta que la costumbre de su ausencia se hace latente. Dos lunas componen mi gélido paisaje nocturno. Una de ellas me mira y se va corriendo. La otra duerme placidamente sobre mi pecho. ¿Cuántas patas puedo ver ahora correr a mí alrededor? Largas hileras de serruchos blancos y muy afilados pero que nunca me lastimaron realmente. Sabían los límites entre una caricia, un juego y un daño verdadero. Al igual que esas garras que tantas veces pincharon en mi cuerpo. A pesar de eso, no sabían es que con su partida algo se llevaron, se perdió, sonidos imborrables, noches durmiendo en mi pequeña cama, pero evitando el frío junto a sus cuerpos.

Me despedí de otra el día de hoy. Nunca me acostumbrare a las huidas repentinas. Esa inocencia animal que nos hace creer que todo estará bien. 

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